miércoles, 18 de septiembre de 2013

Helga Weissova

Helga Weissova llegó a Terezín con 12 años, y con un bloc y una caja de pinturas propios. Su padre le dijo: "dibuja lo que veas", y en estos dibujos, por ejemplo, se puede ver cómo se preparaba la farsa de Terezín ante la llegada de la inspección de la Cruz Roja: se embellecía la ciudad a lo largo del trayecto  que seguiría la comisión, se daba a los presos un menú especial, se llenaba la cafetería y se organizaban eventos deportivos para dar una visión de lo bien que se vivia en Terezín....

 
Helga Weissova (12 años)
Prisioneros recortando la madera de las literas para no dar impresión de hacinamiento, ante las inspecciones de Cruz Roja.

Helga Weissova (12 años)
Preparando la visita de la Cruz Roja.

Una de las inquietudes que se respiraban en Terezín, era el ir y venir constante de los trenes, que llegaban descargando a gran cantidad de personas, o que se marchaban hacia un destino desconocido y desconcertante. Esto se ve en varias imágenes y dibujos:


“LA PARADA DE LA MUERTE”

"Cerca del Palacio de Exposiciones había unos amplios cobertizos en los cuales, sobre el piso de tierra, debían reunirse las víctimas destinadas al traslado a Terezin"

"Fuimos juntos hasta el último punto al que les estaba permitido llegar a los acompañantes, le di un abrazo, nos besamos y Petr se dirigió hacia la entrada. Miró varias veces hacia atrás, nos saludamos agitando los brazos y desapareció al atravesar el portal"

Diario de Praga
(El Diario de Petr Ginz 1941-1942)




"De allí salí luego en tren hacia Terezin, pero el tren no llegó exactamente hasta el gueto. Llegó hasta unos cuatro kilómetros antes del gueto.

Cada uno tenía que tomar su maleta y caminar con ella con la nieve hasta las rodillas. Había niños pequeños, había niños que lloraban, había niños de mi edad, que de pronto dejaron de ser niños. Sucedió en un instante, la infancia se terminó. ¿Quién podía ayudarte?"

Eva Arben,
Archivo de testimonios de Yad Vashem.





Otra de sus preocupaciones era la mala y escasa alimentación, las enfermedades y la muerte:






“La sopa de patata y nabo era la base de nuestra dieta, junto con el pan.
Las verduras eran cortadas o hechas puré. No tuvimos ni carne ni leche; nada nutritivo durante cuatro años”

(Entrevista a mi madre, Emilie "Miryam" Sapsovic Levy, niña superviviente del campo de Terezin. Esther V. Levy. 1999)












El hacinamiento. Dormitorios de varias literas donde vivían hacinados y sin condiciones de higiene. En esta imagen vemos dos dibujos de dormitorios hechos por niños:


Mientras la realidad de Terezín se disfrazaba de farsa, instructores y niñeras procuraban construir un paraíso especial para los niños. Para ellos se crearon hogares especiales (Heim), donde los niños recibían clases, y realizaban talleres de dibujo, escritura, hacían teatro y gozaban de la diversión y el juego que todo niño merece. El papel de los instructores era esencial. Procuraban a los niños el papel de los padres.



"Sentíamos que la pequeña isla de la infancia estaba a nuestro cuidado, que sobre nosotros pesaba el deber de cuidarlos todo lo que fuese posible y educarlos para ser personas honradas cuando ese infierno terminase."


(De las memorias de una niñera en el hogar para niños L318, en: Moradas para niños en el gueto de Terezin, Beit Theresienstadt con la colaboración de Minhal Jevra vaNoar, Misrad haJinuj, Tarbut veSport, 1997, pág. 8 )








Gran parte de la actividad creativa de Terezín, nació en los Heim, donde nacieron revistas de escritos y poemas (la mayoría hechos por chicos) y gran cantidad de dibujos, pinturas y recortables, algunos espontáneos y otros guiados por profesores artistas, que lucharon no solo por sacar el espíritu creativo de los niños, sino además, gracias a él, evadirles de la realidad en la que se encontraban prisioneros, dejándoles dar rienda suelta a su imaginación, a sus emociones y a sus recuerdos.

Muchos de estos dibujos son realistas, como los de Helha Weissova o los de Petr Ginz, y otros simplemente fantásticos, evocadores de sueños o de la vida pasada, y otros costumbristas.

Friedl Dicker Brandeis dedicó su internado a enseñar clandestinamente arte y pintura como terapia evasiva a muchos de esos niños. Antes de marchar al patíbulo, Friedl rescató 4.500 de los dibujos que más tarde sirvieron como prueba en Nuremberg y que son testimonio indeleble de aquella barbarie.

Friedl Dicker consiguió que aquellos niños recordaran, dibujando, la vida de la que habían sido arrancados además de representar la triste y horrible realidad del campo de concentración.




Alfred Kantor. 17 Años .
Escribió sobre su dibujo: ”Tocar la alambrada significaba la muerte instantánea. Aún así, la gente compartía pan, una sonrisa, una lágrima…“.

















Por encima de todo, los niños podían transportarse con la pintura a un mundo de fantasía e imaginación donde el bien permanecía sobre el mal, la voluntad era libre y la esperanza el camino. Son constantes los dibujos representando su vuelta a casa, las escenas cotidianas o sus deseos de libertad. Pero Friedl Dicker respetaba plenamente la personalidad de cada niño y dejaba que vomitasen y abriesen a su imaginación las percepciones que sobre las atrocidades del campo ellos tenían.

Muchos de los dibujos tienen una excelente calidad para la edad de sus autores, no en vano, algunos de ellos fueron, más tarde, reputadísimos artistas gracias a la labor insigne de Friedl Dicker Brandeis. 

Edita Pollakova. 9 Años . Llegada del tren de deportaciones a Terezín. Edita murió el 4 de octubre de 1944 en Auschwitz
Yehuda Bacon. Con 16 Años, al salir de Terezín, dibujó este retrato de su padre recientemente gaseado y cremado en Auschwitz. La cara de su progenitor emerge, demacrada, sobre una cortina de humo.
Este dibujo me tiene especialmente impresionada.

Helga Weissova. Último dibujo de su serie, realizado a la salida de Terezín en 1945. Todo puede intuirse en la mirada de los niños.

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